martes, 9 de octubre de 2012

YO PLAGIO



Aún tengo esos sueños recurrentes en donde nunca termino de pasar el examen de matemáticas para terminar 5to de secundaria en el cole…de no ser porque bajaron la mínima nota aprobatoria a 08, 26 años después yo seguiría dando ese maldito examen y no estaría donde estoy ahora…de bar tender en un bar en Sevilla vamos…
Tengo que agradecer al “plage” y a mi amigo César el haber concluido raspando el colegio. Es una suerte tener a ciertos elegidos en las ciencias numéricas como amigos, pero no sólo es casualidad sino también ubicarse bien en el salón de clase. Yo por supuesto estaba sentado detrás de Cesaritos y bueno a cambio de su examen de matemáticas para copiarme las respuestas yo le enseñaba lengua y literatura…bueno le enseñaba mi libro de lenguaje, el cual había transformado digamos en una especie de comic con “transformaciones” de Gabriel García Márquez en “heavy metal” o José Carlos Mariátegui en  “la chilindrina”.

El método era sencillo en aquella época habían justo cambiado el tipo de exámenes a estilo “cuadernillo” es decir tipo universidad, para irnos entrenando pensarían estos siete sabios de Grecia, pero lo único que hicieron fue joderme la existencia, con lo fácil que era “champear “ las respuestas entre las primeras letras del abecedario, y como decía mi amigo Fersa: la cien, siempre es la C…hagan la prueba si quieren, no falla postulantes. Bueno, volviendo al tema, la cosa no era difícil, cuatro preguntas a desarrollar, las primera era de trámite para que agarres confianza, la segunda te la complicaban bonito, y en la tercera  empezabas a dudar si tus respuestas de la uno y la dos eran correctas y la cuarta era algorítmicamente irresoluble. 

Entonces era cuando venía el cambio con mi compañerito de delante, yo le daba mi examen y él me daba el suyo. Fácil, ahora yo me ponía a hacerle garabatos y mi compadre me corregía mis cuatro respuestas, luego el profesor al finalizar el tiempo del match pedía que se entregaran de atrás para delante los exámenes y ahí hacíamos el “change” y aquí no pasó nada…ah, pero ustedes dijeron que idiota el julfito si se sacaba veinte o dieciocho ni su vieja le va a creer que pueda sacar esas notas, sobretodo alguien que de números sabe lo mismo que un simio de física cuántica; ja…pero eso ya estaba conversado César, él me resolvía el examen para que saque un doce o trece o si ya lo necesitaba un inocuo catorce que no levantaría las sospechas de nadie y conservaría mi digno puesto de alumno regularon. Otro detalle, Cesaritos y yo, éramos zurdos ambos, aunque la letra de César siga pareciéndose a la de un niño de siete años…todo un ingeniero…¡imagínense esas órdenes de compras y ventas y documentos firmados para que lo lean empresarios serios extranjeros, pero eso es otro cantar…

Aunque no siempre todo nos salió bien, años antes inexpertos aún en las artes de la piratería, nos ocurrió algo que hasta me da vergüenza escribirlo de lo tarado que fui entonces, pero como de eso se tratan ciertas julfideces de vencer  a mis fantasmas  que vienen a reírse de mí de cuando en vez,  pues la cuento. En aquellos días éramos ya el arquetipo del peruano, siempre todo para  última hora, llegaba el lunes y buscábamos al primero que encontráramos  para preguntarle si había hecho la tarea y todos iguales, ninguno tenía ni una línea siquiera…

Así que como locos a buscar a alguna de las mujeres del salón quienes eran más dedicaditas para eso, alguno, me dijeron por ahí, llegó a afanarse a la primer puesto de nuestra sección con el fin de tener siempre las tareas y asignaciones hechecitas y se sacaba buenas notas sin siquiera un callito en los dedos de escribir…pero nosotros no desarrollábamos aún esas habilidades lobeznas  y tenías que buscarte la vida como sea…pero esta vez no se trataba de una tarea de fin de semana si no de una asignación que llevaba meses atrás de solicitada por la profesora de lenguaje, la cual me tenía entre ojos y a la primera estaba dispuesta a que me pasara el resto de mi vida resolviendo percentiles ortográficos…

Aquel último fin de semana me recuerdo viendo mis transformers plácidamente cuando un susto me cortó la mejor parte cuando megatròn le metía bala a sus propios aliados y recordé que debía entregar el lunes la asignación de lenguaje, yo no tenía ninguna amiguita en primer puesto que me haga la tarea, pero sí un amigote que tenía a su primo que era primer puesto de la otra sección, la de los chinos sabios, y ellos ya habían entregado el trabajo. El plan no podía ser más perfecto, inmediatamente puse en marcha el plan “T 1000”  pues el enlace era un modelo T 1000 de los terminator,  de esos que cazan matan y luego preguntan, pero era mi “brother”,  íbamos al cine jugábamos al pinball juntos nos gustaban los pescaditos de colores en fin, patas de toda la vida, así que lo llamé, sabiendo de antemano que T 1000 era un vago igual que yo,  e iba a copiarse el trabajo de su primo quien por lazos familiares ancestrales no se lo iba a negar, la sangre llama hermano, y bueno a regañadientes convencí a terminator que me dejara copiar la asignación.

Quedamos en un parque, disfrazados ambos para que nadie nos reconozca, gafas oscuras, mandiles largos, aspecto temerario de tal manera que alejáramos a cualquier curioso de nuestra fechoría… la transacción se hizo debajo de una mesa en un chifa de la Av. Bolívar en Pueblo Libre (¿esto de los chifas y transacciones debajo de la mesa no les suena que años después alguien se lo plagiaría…? si es que te copian todo…), eso sí T 1000 me advirtió por mí vida que el documento no se lo enseñaría a nadie y hablando de lado me fui retirando y salí disparado del restaurante (no sé si yo pagué las inca kolas) al llegar a casa todo sería mas fácil y una vez ahí me dediqué mismo monje medieval a transcribir letra a  letra el trabajo, y listo, una copia perfecta, vamos, un calco que me dije: julfito, lo siguiente serán dólares…eres un maestro…sí maestro…lo que me esperaba era maestra vida…

Cuando llegué al colegio estaba contento, demasiado contento que desperté ciertas sospechas de la maestra, sin embargo me recibió el trabajo y me mandó a sentarme con la amenaza de que si no me quedaba quieto me echaría por enésima vez del aula, me senté muy orondo y nada, así pasó el día y soñaba ya con mi veinte para llevárselo a mis padres y ganarme una propina (bueno por lo menos un conjunto de monedas que mi viejo me ponía en una bolsita de marciano y me decía: toma hijo para que salgas con tus amiguitos y hasta les invites…pura monedita de céntimo no más me daba, pero algo es algo ¿no?)...

A los días de entregada las asignación la profesora entró presurosa nos hizo rezar el padre de nuestro y ave maría en versión fast foward y preguntó que joraca hacía el trabajo del primer puesto del otro salón metido en el trabajo del alumno Figueroa, o sea yo, y como había llegado a parar ahí, además que revisando trabajo por trabajo y letra por letra (chicos, esta loca lo hacía de verdad, así que hasta ahora digo fue la mejor maestra que tuve en toda mi era escolar y más allá) los trabajos de T1000, el mío y del alumno estrella eran igualitos, ¡plagio señores! 

En ese instante una mirada me atravesaba como el filo de una espada del T2 la espalda, soy un tarado, me dije,  en vez de separar los trabajos los dejé pegados y así los entregué…¡…imbbbbbbeeeeecil…! Y les juro que se me apareció “Melcochita” para decírmelo…

El primer puesto tuvo que cantar viendo su reputación e impecable libreta embarrada por tan desprestigiante incidente…sin embargo la profesora llegó a una salomónica conclusión, yo diría más de “Tres patines”que otra cosa; su conclusión fue que en realidad el primer puesto había sido de alguna manera inducido por nosotros y obligado a entregar su trabajo para no ser agredido por T 1000 y a su vez Terminator no podía el solito actuar por cuenta propia así que el autor intelectual  del plagio industrial tenía que ser este que escribe.

Aparte del cero redondo que me llevé a casa estuve una hora colgado de una pierna que sólo la cogía con una mano T1000 amenazándome con lanzarme dos pisos abajo por idiota…vamos que a Bryce le va a quedar chico cualquier pena que le toque…¡estamos contigo Alfredo!


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