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Efectivamente se han sucedido una serie de cataclismos de mayor o menor intensidad y repercusión, pero Lima sigue ahí igual de destartalada, algo más pituca en ciertas zonas pero por otras igual de cochambrosa que siempre. Sin embargo nadie como mi madre para pensar que cada vez que hay un remezón, por pequeño este sea, se van a abrir los siete sellos en el cielo o va a aparecer la bestia persiguiendo a una mujer embarazada y que las estrellas se van descolgar del firmamento...
Eso sí esta santa señora ha seguido al pie de la letra todas las indicaciones de Defensa Civil en estos casos, sobretodo en lo que se refiere a guardar alimentos, agua y otros víveres por si ocurriera algo que obligue a salir de sopetón de la casa, creo haber visto hasta un casco de minero con una linterna por si nos quedamos enterrados, y ella es de las primeras que obedece a los simulacros de sismo que se llevan a cabo en el barrio y la primera en dar indicaciones señalar círculos y lugares para resguardarse en caso de algún siniestro...
Sin embargo el resto de la familia somos más bien flojos y desganados a la hora de estos simulacros, mi padre se queda viendo su tele (y si son más de las nueve de la noche ya nadie lo mueve de la cama) y nosotros igual, si acaso salimos a la ventana a mirar como se mueven los demás y todo termina en una chachara general y rajar del vecino o vecina de turno...todo hasta que cierta vez estaba yo viendo la tele en la sala de nuestro antiguo hogar de la Av. Brasil, serían alrededor de las ocho de la noche cuando empezó un ligero ruido luego más fuerte y luego empezaron a escucharse gritos a lo lejos, perros aullando, alarmas de carros y yo claro recordando a mi padre que siempre me pide calma en estos casos empecé por ponerme las zapatillas, subirme los pantalones y salir pacienzudamente, pasar al patio y luego de ahí resguardarme bajo el dintel de la entrada a la cocina, cuando de atrás vino la tromba humana, mi madre, mismo jugador de rugby me dio un empujón brutal que me caí al suelo a la primera, o sea, que ni en un "pogo" con Leuzemia y Narcosis juntos, mi cabeza fue a dar con la esquina de una hornilla y luego al suelo de cara, sentí luego unos pasos acelerados en mi espalda y la voz de mi madre: ¡sal de acá muchacho de miércoles!
Cuando recuperé a medias el conocimiento con la vista aún nebulosa vi afuera de la casa en el pasillo del edificio a una señora arrodillada como si estuviera en una mezquita orando y alcance a escuchar: ¡señor, aplaca tu ira...!, era mi mamá, para luego desvanecerme hasta que me arrastraron adentro para curarme el chichón que tenía en la sien...
Ahora si presto mucha atención a los llamados y anuncios de Defensa Civil y hasta zonas por si se sale el mar o hay un ataque interplanetario, y todo esto porque nadie sabe ¡la madre que puede uno tener al lado!, ya los saben blogueros, madre sólo hay una...¡a dios gracias!
4 comentarios:
Jajaja si pues, lamentablemente es el arraigo de generaciones que lleva a algunas personas a hacer cosas como esa...
El tema de hoy, justo hubo uno temprano jajaja
Jajajaja,,..me acuerdo d esta historia en el chesu..
Loco tengo 345 años y te sigo desde el cheso antiguaso ese chiquito, qye gusto encontarte
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